Considera deconstruirte | Consider your deconstruction

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─❁ No son micro. Machismos cotidianos ❁─

    No son micro. Machismos cotidianos por Claudia de la Garza y Eréndira Derbez es un análisis sobre las conductas sociales que provienen desde el machismo, de cómo las normalizamos, de forma sutil e impactante, en nuestro día a día, considerando veracidad en ellas. En este ensayo de deconstrucción nos enfocamos a situaciones diarias dentro de nuestros más íntimos círculos sociales hasta el impacto que nos rige como colectividad. Tal como el título del libro menciona, no podemos hablar de la pequeñez de las conductas, puesto que juntándolas aterran el ambiente social en el que vivimos, generando inseguridad, miedo y rechazo por objetivos meramente de género.

"Las acciones cotidianas, consideradas "micro", sostienen un sistema racista, clasista y misógino y sus repercusiones escalan a niveles tan relevantes como las instituciones de justicia."
(de la Garza y Derbez, 2020, Introducción, p. 18)

    ¿Podemos determinarnos como únicas victimarias de las situaciones de misoginia? ¿O es que también encuadramos en la culpabilidad? Claramente no somos las únicas que padecen, también hacemos padecer y aquello va directamente relacionado a la forma de crianza que se ha adaptado desde varias generaciones atrás. No podemos echar la bolita de la culpabilidad a todo el mundo por el menosprecio; parte de la responsabilidad del machismo recae en todas. Solemos, inconscientemente, repetir actitudes, refranes, acciones que recalcan ese machismo silencioso; desde la manera despectiva en ver y tratar a alguien por condiciones sociales hasta la manera de pensar y por razones físicas infundadas. No somos capaces de controlar nuestro entorno, pero sí nuestra percepción de las cosas, así como el cuestionamiento a aquellas situaciones y actitudes que son una repetición inconsciente de cómo es que debemos ser.

    Lo verdaderamente impactante, dentro de este análisis, es que solemos hacer el feminismo también un ambiente selectivo, de clase social y desplazamos a las mujeres marginadas. Aquí se hablan de estadísticas, de mujeres con escasos recursos que no han tenido oportunidad de cuestionarse por la nula educación, de mujeres que han sido rechazadas por discapacidades, incluso, de mujeres que desplazan a otras sólo por cuestiones de sexualidad. Es interesante la contradicción pero no la culpabilizo, puesto que la mayoría de nosotras estamos en una constante deconstrucción y eso no sólo lleva su debido tiempo, sino determinar en qué punto es dónde nos encontramos y cómo podemos contratacar el desplace por influencia económico-social. El cambio parte con el respeto a quienes aún no dimensionan las repercusiones padecidas.

    Al igual que nosotras, los hombres también han padecido estragos de rechazo y violencia dentro de su género y por parte del nuestro y, si bien no es el fin principal en este análisis, cabe destacarlo porque el ensayo inicia así, en qué tanto la hombría es indispensable para los hombres. Recalco que la deconstrucción es colectiva porque enfocar el cambio únicamente al sector femenil es desplazar la importancia masculina dentro de este movimiento. No podemos excusarnos como padecientes cuando también hemos sido parte del problema, pero sernos conscientes de estas actividades estabilizan la problemática. No somos completamente víctimas, tampoco victimarias y ellos a su vez repiten los patrones que se les han inculcado por sector social y familiar. El machismo también proviene desde la crianza de las mujeres, ¿Por qué no incluir a los hombres dentro del feminismo?


"A las víctimas se les exige una actitud de mártires ante la violencia y se les atribuyen, otra vez, estereotipos injustos: las mujeres tienen que ser piadosas, comprensivas, bondadosas, incluso ante sus violentadores; si ella se atreve a hablar es "una mala mujer". Además, esto hace que se perpetúe la impunidad y quién agrede sabe que puede continuar sin que alguien lo limite."

(de la Garza y Derbez, 2020, capítulo 98, p. 176)

    De los puntos más importantes dentro del ensayo es la justicia en nuestro país. Las estadísticas diarias de desapariciones, feminicidios, violaciones, abusos sexuales en la familia, sector laboral, entre otros, son casos que escuchamos diariamente y lo tenemos tan normalizado que el hecho no nos asusta en lo más mínimo, es una constante situación que un caso más ya no representa mayor repercusión en las métricas. Es una pena, a mi parecer, porque se le va contrarrestando el impacto de violencia que vivimos las mujeres a causa de la cuestión biológica; el simple hecho de serlo. 

    Se suele mecer la inocencia de los agresores masculinos en los casos de violencia femenina, se pone en duda nuestro dicho por cuestiones que no tienen una razón lógica de ser, pero que se han adaptado como costumbre en nuestra sociedad que el hecho de repetirlos como teléfono descompuesto es la respuesta correcta. Que si iba vestida provocativamente, que si sale muy tarde por la noche, que si tomó más alcohol del que debía y sin fin de opiniones infundadas para desprestigiar el respeto que se nos merece por ser personas. Se prefiere tomar acción de defensa a los instintos carnales masculinos porque no saben controlarse. Incluso, se suele hablar de la destrucción de la vida del agresor pero nunca se le cuestiona a la victima cómo es que se siente, porque no se le considera la veracidad de su dicho. A los ojos de la gente ellas no han sufrido repercusiones, que incoherencia.

"¿Se habla de un mal hijo cuando este no se hace cargo de sus padres ancianos? ¿Se habla de un mal padre cuando este no falta al trabajo para quedarse a cuidar a su hija con fiebre? ¿Se contrata a un cuidador para encargarse de un enfermo? ¿O a un niñero?"
(de la Garza y Derbez, 2020, capítulo 81, p. 148)

    No podíamos dejar fuera la maternidad, aquella que es más impuesta que deseada. Pareciese que la única verdad en el futuro femenino es casarse y tener hijos y cuando en las prioridades de una mujer alguna o ambas opciones no entran en la lista, el cuestionamiento con indignación surge con fervor. Pareciese que el buscar la felicidad individual fuese penado para las mujeres, caso contrario con los hombres, que mientras a ellos les llaman existosos e inalcanzables a nosotras se nos susurra el famoso quedadas. Lo que hagamos nunca parece ser suficiente, incluso, mujeres que se han visto orilladas a privarse de sus deseos por alinearse a la normativa social se olvidan de ello y repiten ese patrón hacia otras mujeres, ¿y por qué? Podría pensarse que si ellas no pudieron obtener su felicidad el resto tampoco, o quizás es la aceptación de que la presión es más fuerte que los deseos mismos.

    Aún con todo ello, se nos exige intensamente que seamos quienes cumplamos no sólo con la crianza de los hijos, sino con el hogar impecable, ser multitasking en todo lo que una esposa debe hacer y sin más, el hombre se deslinda de la responsabilidad porque él provee los ingresos. Es un argumento irrespetuoso e incongruente que hemos normalizado al punto de no considerar la labor del hogar como  un trabajo. Y sin embargo, cuando dejamos de hacer lo que se espera, de no querer hijos o ser madres ausentes, se nos pena tan fuerte que nos volvemos merecedoras del odio. Caso contrario cuando un hombre no quiere hacerse cargo de sus hijos, a este no se le reprende porque nunca se le ha exigido involucrarse en la crianza. Lo más incongruente dentro de esta verdad social es que el género masculino considera apropiado opinar sobre la decisión voluntaria del aborto. ¿A qué estamos jugando, señores? 

"Debemos dejar de reproducir machismos al hablar y pensar dos veces la carga histórica y simbólica que tiene lo que decimos."
(de la Garza y Derbez, 2020, capítulo 26, p. 69)

    Estos y muchos más puntos toca este libro en su análisis, el cual considero como primordial lectura para mujeres adolescentes que empiezan a analizar situaciones diarias que ponen en jaque su pensamiento con lo que viven. Es una lectura fundamental para deconstruir la manera en la que hemos sido criadas y verdaderamente considerar el daño que el machismo se ha normalizado desde nuestro núcleo más importante. Tal cual lo narra Lydia Cacho en la contraportada del libro: Si este libro estuviera en todas las bibliotecas escolares y en las redacciones de los medios de comunicación, el absurdo debate sobre lo que significa la igualdad, el machismo, el feminismo y la violencia de género se disolvería para transformarse en la conversación más urgente de este siglo.

    La normalización solo perpetua el daño, ¿Qué tanto más estamos dispuestas a soportar?

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─❁ They Are Not Micro. Everyday Machismo ❁─


    They Are Not Micro. Everyday Machismo by Claudia de la Garza and Eréndira Derbez examines how machismo influences our social culture, subtly and impressively, and observes how we normalize such behaviors in our day-to-day lives by considering their veracity. Throughout this essay, we will concentrate on the impact that everyday situations can have within our most intimate social circles. As the book's title indicates, we cannot talk about the smallness of the behaviors in isolation because they generate insecurity, fear, and rejection for purely gendered reasons, resulting in a terrifying social environment in which we live.

"The daily actions, considered "micro", sustain a racist, classist and misogynist system and its repercussions escalate to levels as relevant as the institutions of justice."
(de la Garza and Derbez, 2020, Introduction, p. 18)

    Are we the only victimizers of misogynistic behavior? What if we are guilty as well? In fact, we also make them suffer, and that is directly related to how upbringing has been performed for several generations. It isn't fair to throw the ball of guilt at everyone because we can all share the responsibility for the contempt, the machismo, the rejection itself. We often unconsciously repeat machismo attitudes, sayings, and actions; from the derogatory view of someone and their way of treating them due to social conditions to the way we think and for superficial reasons related to the body. Despite not having control over our environment, we can control how we feel about it, and we can question those situations and attitudes that are an unconscious repetition of how we should be.

    During this analysis, it becomes apparent that feminism is often viewed as a social class-driven, selective environment, which displaces marginalized women. There are statistics here, about women with limited resources who haven't had a chance to question themselves due to a lack of education, about women who've been rejected because of their disabilities, and even about women who displace others merely because of their sexuality. I find the contradiction interesting, but I do not blame it, since we are in a constant state of deconstruction, and that takes time, but also the determination of where we are and how we can counteract economic and social pressures. Respecting those who are still unaware of the repercussions begins the process of change.

    Likewise, men have also suffered from rejection and violence within their own gender as well as by ours, and although that is not the primary focus of this analysis, it should be highlighted as the essay begins with, to what degree manliness is indispensable for men. This deconstruction is collective, as focusing change solely on the female sector is displacing the importance of men in this movement. When we have also contributed to the problem, we cannot justify ourselves as sufferers, but being aware of these activities stabilizes the issue. We are not all victims, neither are we all victimizers, and they act out the patterns instilled in them by social and family sectors. If Machismo is also influenced by women's upbringing, why not include men in feminism?

"The victims are required to have the attitude of martyrs in the face of violence and, once again, unfair stereotypes are attributed to them: women have to be pious, understanding, kind, even in the face of their perpetrators; if she dares to speak, she is "a bad woman". In addition, this perpetuates impunity and whoever attacks knows that he can continue without someone limiting him."
(de la Garza and Derbez, 2020, chapter 98, p. 176)

    The essay emphasizes the importance of justice in our country. We hear daily statistics of disappearances, femicides, rapes, and sexual assaults in the family and in the workplace. It is a constant situation in which one more case will no longer represent a greater impact on metrics. I consider it to be a tragedy since the impact of violence experienced by women arising from a biological problem is being counteracted; the result of their biology.

    Men's innocence in cases of violence against females is not often questioned. Although our saying makes no sense, it has become a common saying in society. If we dress provocatively if we go out very late at night if we drink more alcohol than we should, and if we have endless, unfounded opinions to discredit the respect we deserve for who we are as people. It is preferable to take defensive action against the carnal instincts of men since they are incapable of controlling themselves. In fact, the aggressor is allegedly threatened with the destruction of his life, yet the victim is never questioned as to how she feels since the truth of what she said is not taken into account. It is incongruous in the eyes of people that they have not suffered repercussions.

"Do you speak of a bad son when he does not take care of his elderly parents? Do you speak of a bad father when he does not miss work to stay to take care of his daughter with a fever? Do you hire a caregiver to take care of a sick person? Or a babysitter?"
(de la Garza and Derbez, 2020, chapter 81, p. 148)

    It was impossible to leave out motherhood, the one that is imposed rather than desired. In a woman's world, getting married and having children are the only options, so when one or both do not enter into the list of priorities, there is a sense of indignation. Apparently, women are not allowed for seeking personal happiness, while men are praised as successful and unreachable when the famous "stay up" is whispered. No matter what we do, it does not seem to be enough. Even women who have been forced to give up their desires by adhering to social regulations forget about it and repeat that pattern toward other women. It could be that if they couldn't reach their happiness, neither could the rest or maybe their acceptance of the pressure was stronger than their own desires.

    Even with all this, we are intensely required to be the ones who comply not only with the upbringing of children but also with the impeccable home, to be multitasking in everything that a wife must do and without further ado, the man disclaims responsibility because he provides the income. It is a disrespectful and incongruous argument that we have normalized to the point of not considering housework as a job. And yet, when we stop doing what is expected, of not wanting children or being absent mothers, we feel so strongly that we become deserving of hate. On the contrary, when a man does not want to take care of his children, he is not reprimanded because he has never been required to be involved in parenting. The most incongruous part of this social truth is that the male gender considers it appropriate to give an opinion on the voluntary decision of abortion. Gentlemen, what game are we playing?

"We must stop reproducing machismo when speaking and think twice about the historical and symbolic weight that what we say has."
(de la Garza and Derbez, 2020, chapter 26, p. 69)

    There are many topics this book discusses in its analysis, which I consider essential reading for young women who are starting to think critically about their everyday surroundings. The book is essential reading to understand how we have been raised and to investigate the damage that machismo has caused to our deepest selves. In the words of Lydia Cacho on the back cover of the book, if this book were available in all school libraries and in the newsrooms of the media, the absurd debate about what equality means, machismo, feminism, and the violence of gender would disappear, making the conversation about gender equality the most urgent conversation of the 21st century.

    How long are we willing to continue to tolerate the damage caused by normalization?

They Are Not Micro. Everyday Machismo by Claudia de la Garza and Eréndira Derbez is not available in English